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VIAJES

Iniciado por papo1, Dic 08, 2022, 06:28:38

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LAS VILLUERCAS (CÁCERES)
La comarca de Las Villuercas, un dédalo de pequeños valles al sudeste de Cáceres, es una de las áreas naturales más valiosas de Extremadura. En este rincón donde las serranías se tapizan de castaños, robles, rebollos, alcornoques y encinas, miles de aves migratorias encuentran su hogar cada invierno. Las Villuercas son pródigas en pinturas rupestres, ermitas e iglesias mudéjares (Humilladero, Santa Catalina), pueblos famosos por su artesanía o sus alimentos (Alía, Cañamero) o sus necrópolis, castros y fortalezas (Berzocana, Cabañas del Castillo). El enclave más famoso y emblema de la comarca es Guadalupe, con su monasterio fortificado del siglo XIV y su virgen negra, que daría nombre a una isla del Caribe y a la virgen más venerada de México.
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SELVA DE OZA (HUESCA)
En la Boca del Infierno, la garganta que forma el río Aragón Subordán al norte del pueblo de Siresa (Huesca), hay espacio para el río y poco más. Las hayas, abetos y pinos que se encaraman por el desfiladero son la antesala de uno de los bosques más notables de Aragón. Al ensancharse el valle se llega al refugio y la zona de acampada de la Selva de Oza. De aquí parten dos excursiones memorables: la que lleva al ibón de Acherito (un lago a 1870 m) y la de Aguas Tuertas. Esta última puede acortarse remontando en autómovil el valle de Guarrinza por una pista. Luego el sendero trepa hasta un inmenso circo glaciar, donde el Aragón Subordán traza fantasiosos meandros en una pradera a 1615 m. Un dolmen añade más trascendencia al paraje, por si su belleza no bastara. Estamos en el lugar con más monumentos megalíticos del Pirineo, como se explica en el Centro de Interpretación del Megalitismo Pirenaico y de la Val d'Echo, junto al cámping de Oza.
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LOS ARRIBES DEL DUERO (ZAMORA Y SALAMANCA)
Al oeste de Salamanca y Zamora, las dehesas de la penillanura que se despliega hasta la frontera con Portugal se ven cortadas súbitamente por los amplios cañones que el Duero y sus afluentes (Águeda, Esla, Huebra, Tormes, Uces) han excavado en el zócalo de rocas graníticas. El desnivel puede alcanzar los 400 m y en ocasiones el agua se precipita bramando por saltos extraordinarios, como el del río Uces en el Pozo de los Humos. Navegar por el Duero en esta zona o recorrer sus orillas por el sendero GR-14 es la mejor forma de apreciar estos paisajes primigenios del "Far West" peninsular. A poca distancia del agua hay aldeas donde el tiempo parece detenido, ideales para el turismo rural.
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SIERRA DE CAZORLA (JAÉN)
El wadi Al-Kabir, el "río grande", nace a casi 1400 m en Cazorla y recibe la ofrenda del Aguamulas, el Hornos y el Borosa antes de abrirse camino hacia Córdoba, Sevilla y Sanlúcar. En el siglo XVIII los robles y encinas de la imponente Sierra de Cazorla fueron talados para abastecer a los astilleros de Cartagena. Luego se repoblaron con pino laricio y el territorio fue declarado coto nacional de caza en 1960. Rodríguez de la Fuente popularizó Cazorla con sus documentales de las cabras montesas y sobre todo de la berrea de los ciervos, que cada otoño cautiva a los naturalistas en el embalse del Tranco o la laguna de Valdeazores. Cazorla da para muchas excursiones. Caminar por el río Borosa y el Madera o aventurarse por los Campos de Hernán Pelea (la mayor altiplanicie peninsular, a 1600 m altitud) se cuentan entre las más inolvidables.
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EL HIERRO
La isla más joven y pequeña de las Canarias constituye un destino excepcional para quien busque lugares auténticos, naturales y remotos. El Hierro es una isla de miradores, que se asoman al Atlántico desde vertiginosos acantilados, y un lugar óptimo para vivir a un ritmo tranquilo. El Mar de las Calmas, con la asombrosa transparencia de sus aguas, está considerado el mejor enclave de submarinismo de Europa. En las alturas de La Dehesa, sabinas gigantes enroscadas por el viento seducen con sus fantasiosas formas. Por el Camino del Jinama, un fantástico sendero empedrado se encarama entre los bosques de laurisiva. En La Restinga, el campo de lava de El Lajial permite disfrutar del espectáculo de la tierra creándose a sí misma.
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RIOJA ALTA Y RIOJA ALAVESA
Sí, el vino define la Península Ibérica como ningún otro cultivo, pero en esta zona ubicada entre la Sierra Cebollera y la de Cantabria su cultura se ha sublimado hasta la perfección. Viñedos que ondulan burlando al Ebro, aldeas horadadas por decenas de calados y bodegas que han liderado la revolución enoturística del país son sus principales reclamos visuales. pero aquí lo que impera es el sentido del gusto, de ahí que sea un pecado obviar los pintxos en Ezcaray, las chuletillas asadas al sarmiento en cualquier viñedo o los restaurantes modernos que, ya sea en Haro, Briones, Laguardia o en Elciego, sofistican a un vino que cada vez es más vanguardista.
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EL BIERZO Y RIBEIRA SACRA
El Sil es un río terco y caprichoso, de ahí que haya sido capaz de excavar dos de las comarcas más asombrosas del país y unirlas con una ribera rica y espectacular. Un viaje que comienza en Ponferrada, que se pierde entre los peregrinos que aún tienen fuerzas para encarar el Poio y que se desvía para descubrir las impresionantes Médulas. Y que continúa a través de los cañones profundos de este río y del Miño donde la viticultura heroica aseguró la prosperidad a decenas de monasterios silenciosos y remotos que hoy están más atractivos que nunca.
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RIBADESELLA Y LLANES
El hedonismo puro se despliega entre estas dos localidades asturianas. Cualquiera que ame la buena vida no necesita más: playas vírgenes y serpenteantes, pueblos marineros sin tonterías y chigres donde los cachopos no atosigan. Una combinación con las montañas de fondo, que aligeran cualquier horizonte, y con la que se podría considerar como mayor concentración de belleza litoral de todo el Principado.
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SIERRA NORTE DE GUADALAJARA
La España vacía no está así por su patrimonio natural ni por sus encantos rurales. Y quizás el mejor ejemplo de ello sea esta comarca que, sin tener un nombre marketiniano, es delimitada a la perfección por el Henares. Al otro lado de este río esperan hayedos, pinares, picos amables y hoces inesperadas. Pero, sobre todo, un conjunto de localidades como Atienza o Sigüenza donde el arte y las gastronomía sorprende en cada esquina. Y eso sin hablar, aún, de los pueblos negros, el epítome de un ruralismo pobretón... que está más de moda que nunca.
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BILBAO
La metrópolis vizcaína debería de estar prescrita por los médicos. Aunque sea, una visita anual para recargar pilas, comer en sus barras y alimentarse en sus museos. No en vano, esta ciudad ha protagonizado el mayor milagro urbanístico de la España contemporánea, transformando todos sus rincones en paseos agradables y estimulantes. De hecho, se trata de la única ciudad del diseño en España según la UNESCO...
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MENORCA
Mahón en el este y Ciutadella en el oeste señalan los dos extremos de esta isla de contrastes, donde las playas tienen un carácter distinto si se hallan en la acantilada costa norte o entre los pinares del sur. Los pueblos se desperdigan como perlas blancas por la costa y el interior rural, moteado de campos y haciendas que elaboran quesos y embutidos sabrosos, crían vacas y caballos que demuestran su porte en los "jaleos" de las fiestas de verano. La cultura talayótica , con sus taulas y navetas de piedra, demuestra que Menorca ya era considerada un enclave ideal hace miles de años. Las actividades en la isla son numerosas y variadas: recorrer a pie o en bicicleta el Camí de Cavalls (el sendero que rodea la isla por la costa), contemplar la puesta de sol desde la Punta Nati o desde el Cap d'Artrutx, practicar el windsurf, navegar en canoa, bucear en la Reserva Marina del Norte, observar aves en la Albufera des Grau... Y lo mejor de todo es que no hay que esperar al verano para disfrutar de todo ello.
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SIERRA DE GUARA (HUESCA)
Este macizo agujereado por la acción de los ríos emerge como una isla a medio camino de los picos y valle pirenaicos que asoman por el norte, y las extensiones de campos que anuncian los Monegros por el sur. El Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara es un paraíso para los aficionados al descenso de barrancos. Los hay de distinta dificultad, con más o menos agua, pero todos requieren de un guía experto que conozca los secretos de cada río. El otro tesoro de Guara lo ofrecen sus pueblos, enroscados en torno a una iglesia o a la orilla de un río, aprovechando el frescor del agua, a la sombra de los olivos y con las viñas dorando las uvas con las que luego se elaborarán sabrosos vinos del Somontano. Las localidades de referencia para disfrutar de actividades en el río son Alquézar, con su fortaleza morisca transformada en colegiata colgada de un acantilado que se asoma al río Vero, y Rodellar, sobre el espectacular barranco de Mascún y el valle del río Alcanadre.
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P.N. DE SOMIEDO
Asturias tiene en este parque uno de sus espacios naturales mejor preservados. Declarado Reserva de la Biosfera, Somiedo se considera un ejemplo de la convivencia entre la actividad humana y la fauna salvaje. Los cuatro valles del parque (los de los ríos Somiedo, Pigüeña, Valle y Saliencia) reúnen aldeas donde aún perviven viejos oficios y donde empiezan numerosas rutas hacia lagos y prados con cabañas de pastores o brañas. Y también recorridos guiados para observar osos, ciervos y urogallos, que han hallado en Somiedo un hogar magnífico y exuberante.
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SAN SEBASTIÁN-DONOSTI
El mar ha modelado la historia y el carácter abierto de esta ciudad, famosa por su vida cultural y su buen comer. Incrustada en el corazón del golfo de Bizkaia, San Sebastián o Donosti en euskera respira ese aire aristocrático que tienen las ciudades asomadas al mar, con su largo paseo bordeando la playa de la Concha, su casino ahora Consistorio, su recoleto puerto y, claro, sus palacios. Y a cualquier hora del día, aunque preferentemente por la tarde, no hay nada como perderse por la Parte Vieja en busca del pintxo más atrevido y del más clásico, acompañado de una sidra o de una cerveza bien fría. Y antes o después, acercarse a contemplar el Peine del viento o subir al monte Igeldo y contemplar la ciudad desde su centenario parque de atracciones.
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PARQUE NACIONAL DE AIGÜESTORTES Y ESTANY DE SANT MAURICI

Con más de 200 lagos, ríos, cascadas y praderas inundadas, el agua es el protagonista del Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, en el Pirineo central. Una extensa red de senderos se adentra por sus múltiples valles y asciende entre bosques de pinos y abetos hasta alcanzar los lagos y prados de las zonas altas. Allí empieza una segunda ronda de caminos que salvan collados, conectan refugios (la ruta Carros de Foc pasa por los 9 refugios del parque) y permiten coronar cuatro cumbres de más de 3000 m y otras menos altas pero emblemáticas, como el Gran Tuc de Colomèrs (2933 m) o el doble pico de Els Encantats (2748 m). Se puede acceder desde las comarcas leridanas del Val d'Aran, la Alta Ribagorça, el Pallars Jussà o el Pallars Sobirà. Entre las rutas más sencillas y accesibles para familias con niños pequeños destaca la vuelta al lago de Sant Maurici (se llega en taxi todoterreno desde Espot), en el sector oriental, y la subida al lago y refugio de Colomèrs, accesible desde el valle de Arán.
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