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"El Manuscrito de Zhendu"Cap.4 Regreso a Chabarowsk 1/4(El paso por el Valhalla)

Iniciado por Serjey, Ago 19, 2017, 17:54:33

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Serjey

El navío estaba zarpando, la subida de la marea propiciaba la partida de la nave hacia aguas más profundas. La mar es esa mujer que te mece o te mata. El movimiento de la embarcación empezó a hacer estragos sobre los aguerridos soldados de la maltrecha y desolada guarnición de Chabarowsk, pero partían con  la convicción de que debían defender el bastión más emblemático del reino.

Quedaba atrás, en la lontananza, la tierra que les fue arrebatada, ahora volvía a Granada, vuelvo a mi hogar, el mismo que me vio nacer, pensaban los aguerridos soldados. Aquella vuelta no era sino, el principio de su nuevo devaneo con la Diosa fortuna.

Al salir del puerto empezaron a tener dudas sobre quien debía capitanear las huestes, no era fácil elegir al héroe, el adalid que iba a conducirlos a la gloria, aquel que los llevaría a la batalla y les haría alcanzar el deseado Valhalla. Sin embargo, primero deberían probar su valía en el combate.

De pronto, aparecieron por babor y favorecidos por el viento que soplaba de barlovento dos jabeques que se disponían a abordar la nave de Nicolovsky. Con una maniobra rápida, viró por avante, logrando eludir la embestida de una de las naves, pero eso le hizo perder el trinquete. El abordaje era inminente, los piratas conocían su oficio y utilizaban todo tipo de trucos que les daban ventaja en los abordajes. Empezaron a lanzar los garfios, sabiendo que les era suficiente con amarrar el otro extremo de la cuerda a su propio barco y tirar de ella hasta acercarse lo suficiente para saltar sobre la cubierta. Amadrinadas las embarcaciones aparecieron por doquier decenas de piratas armados hasta los dientes. Si más, Nicolovsky arengó a sus guerreros y se dispusieron a luchar, por fin podrían demostrar su valor.

Un fuerte estruendo se oyó por estribor, era la nave de Xio que embestía a uno de los jabeques rompiéndole cuadernas y burlacamas, hiriéndolo de muerte, se fue a pique en pocos minutos. En cubierta la lucha continuaba, de pronto algunos valientes vieron como desde el cielo empezaban a caer saetas lanzadas por los malditos bastardos desde otro jabeque. Algunos se parapetaron tras los escudos, otros no tuvieron tal fortuna y sucumbieron a los afilados aguijones que caian como chuzos.

Xio mando abrir las troneras y por ellas aparecieron 40 cañones de 30 libras que empezaron a lanzar andanadas sin parar, barriendo la cubierta sin distinción, arranando sin piedad, mutilando e hiriendo a guerreros y a piratas. La sangre cubría la nave de proa a popa, un intenso olor a muerte
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mencey59

El navío estaba zarpando, la subida de la marea propiciaba la partida de la nave hacia aguas más profundas. La mar es esa mujer que te mece o te mata. El movimiento de la embarcación empezó a hacer estragos sobre los aguerridos soldados de la maltrecha y desolada guarnición de Chabarowsk, pero partían con  la convicción de que debían defender el bastión más emblemático del reino.

Quedaba atrás, en la lontananza, la tierra que les fue arrebatada, ahora volvía a Granada, vuelvo a mi hogar, el mismo que me vio nacer, pensaban los aguerridos soldados. Aquella vuelta no era sino, el principio de su nuevo devaneo con la Diosa fortuna.

Al salir del puerto empezaron a tener dudas sobre quien debía capitanear las huestes, no era fácil elegir al héroe, el adalid que iba a conducirlos a la gloria, aquel que los llevaría a la batalla y les haría alcanzar el deseado Valhalla. Sin embargo, primero deberían probar su valía en el combate.

De pronto, aparecieron por babor y favorecidos por el viento que soplaba de barlovento dos jabeques que se disponían a abordar la nave de Nicolovsky. Con una maniobra rápida, viró por avante, logrando eludir la embestida de una de las naves, pero eso le hizo perder el trinquete. El abordaje era inminente, los piratas conocían su oficio y utilizaban todo tipo de trucos que les daban ventaja en los abordajes. Empezaron a lanzar los garfios, sabiendo que les era suficiente con amarrar el otro extremo de la cuerda a su propio barco y tirar de ella hasta acercarse lo suficiente para saltar sobre la cubierta. Amadrinadas las embarcaciones aparecieron por doquier decenas de piratas armados hasta los dientes. Si más, Nicolovsky arengó a sus guerreros y se dispusieron a luchar, por fin podrían demostrar su valor.

Un fuerte estruendo se oyó por estribor, era la nave de Xio que embestía a uno de los jabeques rompiéndole cuadernas y burlacamas, hiriéndolo de muerte, se fue a pique en pocos minutos. En cubierta la lucha continuaba, de pronto algunos valientes vieron como desde el cielo empezaban a caer saetas lanzadas por los malditos bastardos desde otro jabeque. Algunos se parapetaron tras los escudos, otros no tuvieron tal fortuna y sucumbieron a los afilados aguijones que caian como chuzos.

Xio mando abrir las troneras y por ellas aparecieron 40 cañones de 30 libras que empezaron a lanzar andanadas sin parar, barriendo la cubierta sin distinción, arranando sin piedad, mutilando e hiriendo a guerreros y a piratas. La sangre cubría la nave de proa a popa, un intenso olor a muerte flotaba por el aire, era
Salud y larga vida
Para agradecer
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El navío estaba zarpando, la subida de la marea propiciaba la partida de la nave hacia aguas más profundas. La mar es esa mujer que te mece o te mata. El movimiento de la embarcación empezó a hacer estragos sobre los aguerridos soldados de la maltrecha y desolada guarnición de Chabarowsk, pero partían con  la convicción de que debían defender el bastión más emblemático del reino.

Quedaba atrás, en la lontananza, la tierra que les fue arrebatada, ahora volvía a Granada, vuelvo a mi hogar, el mismo que me vio nacer, pensaban los aguerridos soldados. Aquella vuelta no era sino, el principio de su nuevo devaneo con la Diosa fortuna.

Al salir del puerto empezaron a tener dudas sobre quien debía capitanear las huestes, no era fácil elegir al héroe, el adalid que iba a conducirlos a la gloria, aquel que los llevaría a la batalla y les haría alcanzar el deseado Valhalla. Sin embargo, primero deberían probar su valía en el combate.

De pronto, aparecieron por babor y favorecidos por el viento que soplaba de barlovento dos jabeques que se disponían a abordar la nave de Nicolovsky. Con una maniobra rápida, viró por avante, logrando eludir la embestida de una de las naves, pero eso le hizo perder el trinquete. El abordaje era inminente, los piratas conocían su oficio y utilizaban todo tipo de trucos que les daban ventaja en los abordajes. Empezaron a lanzar los garfios, sabiendo que les era suficiente con amarrar el otro extremo de la cuerda a su propio barco y tirar de ella hasta acercarse lo suficiente para saltar sobre la cubierta. Amadrinadas las embarcaciones aparecieron por doquier decenas de piratas armados hasta los dientes. Si más, Nicolovsky arengó a sus guerreros y se dispusieron a luchar, por fin podrían demostrar su valor.

Un fuerte estruendo se oyó por estribor, era la nave de Xio que embestía a uno de los jabeques rompiéndole cuadernas y burlacamas, hiriéndolo de muerte, se fue a pique en pocos minutos. En cubierta la lucha continuaba, de pronto algunos valientes vieron como desde el cielo empezaban a caer saetas lanzadas por los malditos bastardos desde otro jabeque. Algunos se parapetaron tras los escudos, otros no tuvieron tal fortuna y sucumbieron a los afilados aguijones que caian como chuzos.

Xio mando abrir las troneras y por ellas aparecieron 40 cañones de 30 libras que empezaron a lanzar andanadas sin parar, barriendo la cubierta sin distinción, arrasando sin piedad, mutilando e hiriendo a guerreros y a piratas. La sangre cubría la nave de proa a popa, un intenso olor a muerte flotaba por el aire, era un caos, un infierno donde los cadaveres se amontonaban de babor a estribor y de proa a popa, incluso había restos humanos colgando de la botavara semi envueltos con los restos hechos trizas de la vela mayor.
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Quedaba atrás, en la lontananza, la tierra que les fue arrebatada, ahora volvía a Granada, vuelvo a mi hogar, el mismo que me vio nacer, pensaban los aguerridos soldados. Aquella vuelta no era sino, el principio de su nuevo devaneo con la Diosa fortuna.

Al salir del puerto empezaron a tener dudas sobre quien debía capitanear las huestes, no era fácil elegir al héroe, el adalid que iba a conducirlos a la gloria, aquel que los llevaría a la batalla y les haría alcanzar el deseado Valhalla. Sin embargo, primero deberían probar su valía en el combate.

De pronto, aparecieron por babor y favorecidos por el viento que soplaba de barlovento dos jabeques que se disponían a abordar la nave de Nicolovsky. Con una maniobra rápida, viró por avante, logrando eludir la embestida de una de las naves, pero eso le hizo perder el trinquete. El abordaje era inminente, los piratas conocían su oficio y utilizaban todo tipo de trucos que les daban ventaja en los abordajes. Empezaron a lanzar los garfios, sabiendo que les era suficiente con amarrar el otro extremo de la cuerda a su propio barco y tirar de ella hasta acercarse lo suficiente para saltar sobre la cubierta. Amadrinadas las embarcaciones aparecieron por doquier decenas de piratas armados hasta los dientes. Si más, Nicolovsky arengó a sus guerreros y se dispusieron a luchar, por fin podrían demostrar su valor.

Un fuerte estruendo se oyó por estribor, era la nave de Xio que embestía a uno de los jabeques rompiéndole cuadernas y burlacamas, hiriéndolo de muerte, se fue a pique en pocos minutos. En cubierta la lucha continuaba, de pronto algunos valientes vieron como desde el cielo empezaban a caer saetas lanzadas por los malditos bastardos desde otro jabeque. Algunos se parapetaron tras los escudos, otros no tuvieron tal fortuna y sucumbieron a los afilados aguijones que caian como chuzos.

Xio mando abrir las troneras y por ellas aparecieron 40 cañones de 30 libras que empezaron a lanzar andanadas sin parar, barriendo la cubierta sin distinción, arrasando sin piedad, mutilando e hiriendo a guerreros y a piratas. La sangre cubría la nave de proa a popa, un intenso olor a muerte flotaba por el aire, era un caos, un infierno donde los cadaveres se amontonaban de babor a estribor y de proa a popa, incluso había restos humanos colgando de la botavara semi envueltos con los restos hechos trizas de la vela mayor.

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Quedaba atrás, en la lontananza, la tierra que les fue arrebatada, ahora volvía a Granada, vuelvo a mi hogar, el mismo que me vio nacer, pensaban los aguerridos soldados. Aquella vuelta no era sino, el principio de su nuevo devaneo con la Diosa fortuna.

Al salir del puerto empezaron a tener dudas sobre quien debía capitanear las huestes, no era fácil elegir al héroe, el adalid que iba a conducirlos a la gloria, aquel que los llevaría a la batalla y les haría alcanzar el deseado Valhalla. Sin embargo, primero deberían probar su valía en el combate.

De pronto, aparecieron por babor y favorecidos por el viento que soplaba de barlovento dos jabeques que se disponían a abordar la nave de Nicolovsky. Con una maniobra rápida, viró por avante, logrando eludir la embestida de una de las naves, pero eso le hizo perder el trinquete. El abordaje era inminente, los piratas conocían su oficio y utilizaban todo tipo de trucos que les daban ventaja en los abordajes. Empezaron a lanzar los garfios, sabiendo que les era suficiente con amarrar el otro extremo de la cuerda a su propio barco y tirar de ella hasta acercarse lo suficiente para saltar sobre la cubierta. Amadrinadas las embarcaciones aparecieron por doquier decenas de piratas armados hasta los dientes. Si más, Nicolovsky arengó a sus guerreros y se dispusieron a luchar, por fin podrían demostrar su valor.

Un fuerte estruendo se oyó por estribor, era la nave de Xio que embestía a uno de los jabeques rompiéndole cuadernas y burlacamas, hiriéndolo de muerte, se fue a pique en pocos minutos. En cubierta la lucha continuaba, de pronto algunos valientes vieron como desde el cielo empezaban a caer saetas lanzadas por los malditos bastardos desde otro jabeque. Algunos se parapetaron tras los escudos, otros no tuvieron tal fortuna y sucumbieron a los afilados aguijones que caian como chuzos.

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Era un escenario dantesco el que se podía ver por todas partes,
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Quedaba atrás, en la lontananza, la tierra que les fue arrebatada, ahora volvía a Granada, vuelvo a mi hogar, el mismo que me vio nacer, pensaban los aguerridos soldados. Aquella vuelta no era sino, el principio de su nuevo devaneo con la Diosa fortuna.

Al salir del puerto empezaron a tener dudas sobre quien debía capitanear las huestes, no era fácil elegir al héroe, el adalid que iba a conducirlos a la gloria, aquel que los llevaría a la batalla y les haría alcanzar el deseado Valhalla. Sin embargo, primero deberían probar su valía en el combate.

De pronto, aparecieron por babor y favorecidos por el viento que soplaba de barlovento dos jabeques que se disponían a abordar la nave de Nicolovsky. Con una maniobra rápida, viró por avante, logrando eludir la embestida de una de las naves, pero eso le hizo perder el trinquete. El abordaje era inminente, los piratas conocían su oficio y utilizaban todo tipo de trucos que les daban ventaja en los abordajes. Empezaron a lanzar los garfios, sabiendo que les era suficiente con amarrar el otro extremo de la cuerda a su propio barco y tirar de ella hasta acercarse lo suficiente para saltar sobre la cubierta. Amadrinadas las embarcaciones aparecieron por doquier decenas de piratas armados hasta los dientes. Si más, Nicolovsky arengó a sus guerreros y se dispusieron a luchar, por fin podrían demostrar su valor.

Un fuerte estruendo se oyó por estribor, era la nave de Xio que embestía a uno de los jabeques rompiéndole cuadernas y burlacamas, hiriéndolo de muerte, se fue a pique en pocos minutos. En cubierta la lucha continuaba, de pronto algunos valientes vieron como desde el cielo empezaban a caer saetas lanzadas por los malditos bastardos desde otro jabeque. Algunos se parapetaron tras los escudos, otros no tuvieron tal fortuna y sucumbieron a los afilados aguijones que caian como chuzos.

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Era un escenario dantesco el que se podía ver por todas partes, incluso se desprendió el mascarón de proa
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Quedaba atrás, en la lontananza, la tierra que les fue arrebatada, ahora volvía a Granada, vuelvo a mi hogar, el mismo que me vio nacer, pensaban los aguerridos soldados. Aquella vuelta no era sino, el principio de su nuevo devaneo con la Diosa fortuna.

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Un fuerte estruendo se oyó por estribor, era la nave de Xio que embestía a uno de los jabeques rompiéndole cuadernas y burlacamas, hiriéndolo de muerte, se fue a pique en pocos minutos. En cubierta la lucha continuaba, de pronto algunos valientes vieron como desde el cielo empezaban a caer saetas lanzadas por los malditos bastardos desde otro jabeque. Algunos se parapetaron tras los escudos, otros no tuvieron tal fortuna y sucumbieron a los afilados aguijones que caian como chuzos.

Xio mando abrir las troneras y por ellas aparecieron 40 cañones de 30 libras que empezaron a lanzar andanadas sin parar, barriendo la cubierta sin distinción, arrasando sin piedad, mutilando e hiriendo a guerreros y a piratas. La sangre cubría la nave de proa a popa, un intenso olor a muerte flotaba por el aire, era un caos, un infierno donde los cadaveres se amontonaban de babor a estribor y de proa a popa, incluso había restos humanos colgando de la botavara semi envueltos con los restos hechos trizas de la vela mayor.

Era un escenario dantesco el que se podía ver por todas partes, incluso se desprendió el mascarón de proa que fue a parar sobre la champaza del jabeque que herido de muerte se precipitaba hacia las profundidades
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El navío estaba zarpando, la subida de la marea propiciaba la partida de la nave hacia aguas más profundas. La mar es esa mujer que te mece o te mata. El movimiento de la embarcación empezó a hacer estragos sobre los aguerridos soldados de la maltrecha y desolada guarnición de Chabarowsk, pero partían con  la convicción de que debían defender el bastión más emblemático del reino.

Quedaba atrás, en la lontananza, la tierra que les fue arrebatada, ahora volvía a Granada, vuelvo a mi hogar, el mismo que me vio nacer, pensaban los aguerridos soldados. Aquella vuelta no era sino, el principio de su nuevo devaneo con la Diosa fortuna.

Al salir del puerto empezaron a tener dudas sobre quien debía capitanear las huestes, no era fácil elegir al héroe, el adalid que iba a conducirlos a la gloria, aquel que los llevaría a la batalla y les haría alcanzar el deseado Valhalla. Sin embargo, primero deberían probar su valía en el combate.

De pronto, aparecieron por babor y favorecidos por el viento que soplaba de barlovento dos jabeques que se disponían a abordar la nave de Nicolovsky. Con una maniobra rápida, viró por avante, logrando eludir la embestida de una de las naves, pero eso le hizo perder el trinquete. El abordaje era inminente, los piratas conocían su oficio y utilizaban todo tipo de trucos que les daban ventaja en los abordajes. Empezaron a lanzar los garfios, sabiendo que les era suficiente con amarrar el otro extremo de la cuerda a su propio barco y tirar de ella hasta acercarse lo suficiente para saltar sobre la cubierta. Amadrinadas las embarcaciones aparecieron por doquier decenas de piratas armados hasta los dientes. Si más, Nicolovsky arengó a sus guerreros y se dispusieron a luchar, por fin podrían demostrar su valor.

Un fuerte estruendo se oyó por estribor, era la nave de Xio que embestía a uno de los jabeques rompiéndole cuadernas y burlacamas, hiriéndolo de muerte, se fue a pique en pocos minutos. En cubierta la lucha continuaba, de pronto algunos valientes vieron como desde el cielo empezaban a caer saetas lanzadas por los malditos bastardos desde otro jabeque. Algunos se parapetaron tras los escudos, otros no tuvieron tal fortuna y sucumbieron a los afilados aguijones que caian como chuzos.

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Quedaba atrás, en la lontananza, la tierra que les fue arrebatada, ahora volvía a Granada, vuelvo a mi hogar, el mismo que me vio nacer, pensaban los aguerridos soldados. Aquella vuelta no era sino, el principio de su nuevo devaneo con la Diosa fortuna.

Al salir del puerto empezaron a tener dudas sobre quien debía capitanear las huestes, no era fácil elegir al héroe, el adalid que iba a conducirlos a la gloria, aquel que los llevaría a la batalla y les haría alcanzar el deseado Valhalla. Sin embargo, primero deberían probar su valía en el combate.

De pronto, aparecieron por babor y favorecidos por el viento que soplaba de barlovento dos jabeques que se disponían a abordar la nave de Nicolovsky. Con una maniobra rápida, viró por avante, logrando eludir la embestida de una de las naves, pero eso le hizo perder el trinquete. El abordaje era inminente, los piratas conocían su oficio y utilizaban todo tipo de trucos que les daban ventaja en los abordajes. Empezaron a lanzar los garfios, sabiendo que les era suficiente con amarrar el otro extremo de la cuerda a su propio barco y tirar de ella hasta acercarse lo suficiente para saltar sobre la cubierta. Amadrinadas las embarcaciones aparecieron por doquier decenas de piratas armados hasta los dientes. Si más, Nicolovsky arengó a sus guerreros y se dispusieron a luchar, por fin podrían demostrar su valor.

Un fuerte estruendo se oyó por estribor, era la nave de Xio que embestía a uno de los jabeques rompiéndole cuadernas y burlacamas, hiriéndolo de muerte, se fue a pique en pocos minutos. En cubierta la lucha continuaba, de pronto algunos valientes vieron como desde el cielo empezaban a caer saetas lanzadas por los malditos bastardos desde otro jabeque. Algunos se parapetaron tras los escudos, otros no tuvieron tal fortuna y sucumbieron a los afilados aguijones que caian como chuzos.

Xio mando abrir las troneras y por ellas aparecieron 40 cañones de 30 libras que empezaron a lanzar andanadas sin parar, barriendo la cubierta sin distinción, arrasando sin piedad, mutilando e hiriendo a guerreros y a piratas. La sangre cubría la nave de proa a popa, un intenso olor a muerte flotaba por el aire, era un caos, un infierno donde los cadaveres se amontonaban de babor a estribor y de proa a popa, incluso había restos humanos colgando de la botavara semi envueltos con los restos hechos trizas de la vela mayor.

Era un escenario dantesco el que se podía ver por todas partes, incluso se desprendió el mascarón de proa que fue a parar sobre la champaza del jabeque que herido de muerte se precipitaba hacia las profundidades de los mares de Valhalla. Pero era el sino de aquellos desafortunados que se cruzan con 
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Quedaba atrás, en la lontananza, la tierra que les fue arrebatada, ahora volvía a Granada, vuelvo a mi hogar, el mismo que me vio nacer, pensaban los aguerridos soldados. Aquella vuelta no era sino, el principio de su nuevo devaneo con la Diosa fortuna.

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Al salir del puerto empezaron a tener dudas sobre quien debía capitanear las huestes, no era fácil elegir al héroe, el adalid que iba a conducirlos a la gloria, aquel que los llevaría a la batalla y les haría alcanzar el deseado Valhalla. Sin embargo, primero deberían probar su valía en el combate.

De pronto, aparecieron por babor y favorecidos por el viento que soplaba de barlovento dos jabeques que se disponían a abordar la nave de Nicolovsky. Con una maniobra rápida, viró por avante, logrando eludir la embestida de una de las naves, pero eso le hizo perder el trinquete. El abordaje era inminente, los piratas conocían su oficio y utilizaban todo tipo de trucos que les daban ventaja en los abordajes. Empezaron a lanzar los garfios, sabiendo que les era suficiente con amarrar el otro extremo de la cuerda a su propio barco y tirar de ella hasta acercarse lo suficiente para saltar sobre la cubierta. Amadrinadas las embarcaciones aparecieron por doquier decenas de piratas armados hasta los dientes. Si más, Nicolovsky arengó a sus guerreros y se dispusieron a luchar, por fin podrían demostrar su valor.

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Era un escenario dantesco el que se podía ver por todas partes, incluso se desprendió el mascarón de proa que fue a parar sobre la champaza del jabeque que herido de muerte se precipitaba hacia las profundidades de los mares de Valhalla. Pero era el sino de aquellos desafortunados que se cruzan con los temibles guerreros capitaneados por Xio. La contienda produjo muchas bajas en los dos bandos,
Salud y larga vida
Para agradecer
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mencey59

El navío estaba zarpando, la subida de la marea propiciaba la partida de la nave hacia aguas más profundas. La mar es esa mujer que te mece o te mata. El movimiento de la embarcación empezó a hacer estragos sobre los aguerridos soldados de la maltrecha y desolada guarnición de Chabarowsk, pero partían con  la convicción de que debían defender el bastión más emblemático del reino.

Quedaba atrás, en la lontananza, la tierra que les fue arrebatada, ahora volvía a Granada, vuelvo a mi hogar, el mismo que me vio nacer, pensaban los aguerridos soldados. Aquella vuelta no era sino, el principio de su nuevo devaneo con la Diosa fortuna.

Al salir del puerto empezaron a tener dudas sobre quien debía capitanear las huestes, no era fácil elegir al héroe, el adalid que iba a conducirlos a la gloria, aquel que los llevaría a la batalla y les haría alcanzar el deseado Valhalla. Sin embargo, primero deberían probar su valía en el combate.

De pronto, aparecieron por babor y favorecidos por el viento que soplaba de barlovento dos jabeques que se disponían a abordar la nave de Nicolovsky. Con una maniobra rápida, viró por avante, logrando eludir la embestida de una de las naves, pero eso le hizo perder el trinquete. El abordaje era inminente, los piratas conocían su oficio y utilizaban todo tipo de trucos que les daban ventaja en los abordajes. Empezaron a lanzar los garfios, sabiendo que les era suficiente con amarrar el otro extremo de la cuerda a su propio barco y tirar de ella hasta acercarse lo suficiente para saltar sobre la cubierta. Amadrinadas las embarcaciones aparecieron por doquier decenas de piratas armados hasta los dientes. Si más, Nicolovsky arengó a sus guerreros y se dispusieron a luchar, por fin podrían demostrar su valor.

Un fuerte estruendo se oyó por estribor, era la nave de Xio que embestía a uno de los jabeques rompiéndole cuadernas y burlacamas, hiriéndolo de muerte, se fue a pique en pocos minutos. En cubierta la lucha continuaba, de pronto algunos valientes vieron como desde el cielo empezaban a caer saetas lanzadas por los malditos bastardos desde otro jabeque. Algunos se parapetaron tras los escudos, otros no tuvieron tal fortuna y sucumbieron a los afilados aguijones que caian como chuzos.

Xio mando abrir las troneras y por ellas aparecieron 40 cañones de 30 libras que empezaron a lanzar andanadas sin parar, barriendo la cubierta sin distinción, arrasando sin piedad, mutilando e hiriendo a guerreros y a piratas. La sangre cubría la nave de proa a popa, un intenso olor a muerte flotaba por el aire, era un caos, un infierno donde los cadaveres se amontonaban de babor a estribor y de proa a popa, incluso había restos humanos colgando de la botavara semi envueltos con los restos hechos trizas de la vela mayor.

Era un escenario dantesco el que se podía ver por todas partes, incluso se desprendió el mascarón de proa que fue a parar sobre la champaza del jabeque que herido de muerte se precipitaba hacia las profundidades de los mares de Valhalla. Pero era el sino de aquellos desafortunados que se cruzan con los temibles guerreros capitaneados por Xio. La contienda produjo muchas bajas en los dos bandos, pero los gloriosos guerreros de Chabarowsk habían demostrado con creces su valía y los que cayeron estaban ya, disfrutando de su merecido Valhalla.

Salud y larga vida
Para agradecer
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mencey59

El navío estaba zarpando, la subida de la marea propiciaba la partida de la nave hacia aguas más profundas. La mar es esa mujer que te mece o te mata. El movimiento de la embarcación empezó a hacer estragos sobre los aguerridos soldados de la maltrecha y desolada guarnición de Chabarowsk, pero partían con  la convicción de que debían defender el bastión más emblemático del reino.

Quedaba atrás, en la lontananza, la tierra que les fue arrebatada, ahora volvía a Granada, vuelvo a mi hogar, el mismo que me vio nacer, pensaban los aguerridos soldados. Aquella vuelta no era sino, el principio de su nuevo devaneo con la Diosa fortuna.

Al salir del puerto empezaron a tener dudas sobre quien debía capitanear las huestes, no era fácil elegir al héroe, el adalid que iba a conducirlos a la gloria, aquel que los llevaría a la batalla y les haría alcanzar el deseado Valhalla. Sin embargo, primero deberían probar su valía en el combate.

De pronto, aparecieron por babor y favorecidos por el viento que soplaba de barlovento dos jabeques que se disponían a abordar la nave de Nicolovsky. Con una maniobra rápida, viró por avante, logrando eludir la embestida de una de las naves, pero eso le hizo perder el trinquete. El abordaje era inminente, los piratas conocían su oficio y utilizaban todo tipo de trucos que les daban ventaja en los abordajes. Empezaron a lanzar los garfios, sabiendo que les era suficiente con amarrar el otro extremo de la cuerda a su propio barco y tirar de ella hasta acercarse lo suficiente para saltar sobre la cubierta. Amadrinadas las embarcaciones aparecieron por doquier decenas de piratas armados hasta los dientes. Si más, Nicolovsky arengó a sus guerreros y se dispusieron a luchar, por fin podrían demostrar su valor.

Un fuerte estruendo se oyó por estribor, era la nave de Xio que embestía a uno de los jabeques rompiéndole cuadernas y burlacamas, hiriéndolo de muerte, se fue a pique en pocos minutos. En cubierta la lucha continuaba, de pronto algunos valientes vieron como desde el cielo empezaban a caer saetas lanzadas por los malditos bastardos desde otro jabeque. Algunos se parapetaron tras los escudos, otros no tuvieron tal fortuna y sucumbieron a los afilados aguijones que caian como chuzos.

Xio mando abrir las troneras y por ellas aparecieron 40 cañones de 30 libras que empezaron a lanzar andanadas sin parar, barriendo la cubierta sin distinción, arrasando sin piedad, mutilando e hiriendo a guerreros y a piratas. La sangre cubría la nave de proa a popa, un intenso olor a muerte flotaba por el aire, era un caos, un infierno donde los cadaveres se amontonaban de babor a estribor y de proa a popa, incluso había restos humanos colgando de la botavara semi envueltos con los restos hechos trizas de la vela mayor.

Era un escenario dantesco el que se podía ver por todas partes, incluso se desprendió el mascarón de proa que fue a parar sobre la champaza del jabeque que herido de muerte se precipitaba hacia las profundidades de los mares de Valhalla. Pero era el sino de aquellos desafortunados que se cruzan con los temibles guerreros capitaneados por Xio. La contienda produjo muchas bajas en los dos bandos, pero los gloriosos guerreros de Chabarowsk habían demostrado con creces su valía y los que cayeron estaban ya, disfrutando de su merecido Valhalla.

Ahora, había que reagrupar las tropas
Salud y larga vida
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mencey59

l navío estaba zarpando, la subida de la marea propiciaba la partida de la nave hacia aguas más profundas. La mar es esa mujer que te mece o te mata. El movimiento de la embarcación empezó a hacer estragos sobre los aguerridos soldados de la maltrecha y desolada guarnición de Chabarowsk, pero partían con  la convicción de que debían defender el bastión más emblemático del reino.

Quedaba atrás, en la lontananza, la tierra que les fue arrebatada, ahora volvía a Granada, vuelvo a mi hogar, el mismo que me vio nacer, pensaban los aguerridos soldados. Aquella vuelta no era sino, el principio de su nuevo devaneo con la Diosa fortuna.

Al salir del puerto empezaron a tener dudas sobre quien debía capitanear las huestes, no era fácil elegir al héroe, el adalid que iba a conducirlos a la gloria, aquel que los llevaría a la batalla y les haría alcanzar el deseado Valhalla. Sin embargo, primero deberían probar su valía en el combate.

De pronto, aparecieron por babor y favorecidos por el viento que soplaba de barlovento dos jabeques que se disponían a abordar la nave de Nicolovsky. Con una maniobra rápida, viró por avante, logrando eludir la embestida de una de las naves, pero eso le hizo perder el trinquete. El abordaje era inminente, los piratas conocían su oficio y utilizaban todo tipo de trucos que les daban ventaja en los abordajes. Empezaron a lanzar los garfios, sabiendo que les era suficiente con amarrar el otro extremo de la cuerda a su propio barco y tirar de ella hasta acercarse lo suficiente para saltar sobre la cubierta. Amadrinadas las embarcaciones aparecieron por doquier decenas de piratas armados hasta los dientes. Si más, Nicolovsky arengó a sus guerreros y se dispusieron a luchar, por fin podrían demostrar su valor.

Un fuerte estruendo se oyó por estribor, era la nave de Xio que embestía a uno de los jabeques rompiéndole cuadernas y burlacamas, hiriéndolo de muerte, se fue a pique en pocos minutos. En cubierta la lucha continuaba, de pronto algunos valientes vieron como desde el cielo empezaban a caer saetas lanzadas por los malditos bastardos desde otro jabeque. Algunos se parapetaron tras los escudos, otros no tuvieron tal fortuna y sucumbieron a los afilados aguijones que caian como chuzos.

Xio mando abrir las troneras y por ellas aparecieron 40 cañones de 30 libras que empezaron a lanzar andanadas sin parar, barriendo la cubierta sin distinción, arrasando sin piedad, mutilando e hiriendo a guerreros y a piratas. La sangre cubría la nave de proa a popa, un intenso olor a muerte flotaba por el aire, era un caos, un infierno donde los cadaveres se amontonaban de babor a estribor y de proa a popa, incluso había restos humanos colgando de la botavara semi envueltos con los restos hechos trizas de la vela mayor.

Era un escenario dantesco el que se podía ver por todas partes, incluso se desprendió el mascarón de proa que fue a parar sobre la champaza del jabeque que herido de muerte se precipitaba hacia las profundidades de los mares de Valhalla. Pero era el sino de aquellos desafortunados que se cruzan con los temibles guerreros capitaneados por Xio. La contienda produjo muchas bajas en los dos bandos, pero los gloriosos guerreros de Chabarowsk habían demostrado con creces su valía y los que cayeron estaban ya, disfrutando de su merecido Valhalla.

Ahora, había que reagrupar las tropas que desperdigadas por cubierta recogían
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Dsinoga

El navío estaba zarpando, la subida de la marea propiciaba la partida de la nave hacia aguas más profundas. La mar es esa mujer que te mece o te mata. El movimiento de la embarcación empezó a hacer estragos sobre los aguerridos soldados de la maltrecha y desolada guarnición de Chabarowsk, pero partían con  la convicción de que debían defender el bastión más emblemático del reino.

Quedaba atrás, en la lontananza, la tierra que les fue arrebatada, ahora volvía a Granada, vuelvo a mi hogar, el mismo que me vio nacer, pensaban los aguerridos soldados. Aquella vuelta no era sino, el principio de su nuevo devaneo con la Diosa fortuna.

Al salir del puerto empezaron a tener dudas sobre quien debía capitanear las huestes, no era fácil elegir al héroe, el adalid que iba a conducirlos a la gloria, aquel que los llevaría a la batalla y les haría alcanzar el deseado Valhalla. Sin embargo, primero deberían probar su valía en el combate.

De pronto, aparecieron por babor y favorecidos por el viento que soplaba de barlovento dos jabeques que se disponían a abordar la nave de Nicolovsky. Con una maniobra rápida, viró por avante, logrando eludir la embestida de una de las naves, pero eso le hizo perder el trinquete. El abordaje era inminente, los piratas conocían su oficio y utilizaban todo tipo de trucos que les daban ventaja en los abordajes. Empezaron a lanzar los garfios, sabiendo que les era suficiente con amarrar el otro extremo de la cuerda a su propio barco y tirar de ella hasta acercarse lo suficiente para saltar sobre la cubierta. Amadrinadas las embarcaciones aparecieron por doquier decenas de piratas armados hasta los dientes. Si más, Nicolovsky arengó a sus guerreros y se dispusieron a luchar, por fin podrían demostrar su valor.

Un fuerte estruendo se oyó por estribor, era la nave de Xio que embestía a uno de los jabeques rompiéndole cuadernas y burlacamas, hiriéndolo de muerte, se fue a pique en pocos minutos. En cubierta la lucha continuaba, de pronto algunos valientes vieron como desde el cielo empezaban a caer saetas lanzadas por los malditos bastardos desde otro jabeque. Algunos se parapetaron tras los escudos, otros no tuvieron tal fortuna y sucumbieron a los afilados aguijones que caian como chuzos.

Xio mando abrir las troneras y por ellas aparecieron 40 cañones de 30 libras que empezaron a lanzar andanadas sin parar, barriendo la cubierta sin distinción, arrasando sin piedad, mutilando e hiriendo a guerreros y a piratas. La sangre cubría la nave de proa a popa, un intenso olor a muerte flotaba por el aire, era un caos, un infierno donde los cadaveres se amontonaban de babor a estribor y de proa a popa, incluso había restos humanos colgando de la botavara semi envueltos con los restos hechos trizas de la vela mayor.

Era un escenario dantesco el que se podía ver por todas partes, incluso se desprendió el mascarón de proa que fue a parar sobre la champaza del jabeque que herido de muerte se precipitaba hacia las profundidades de los mares de Valhalla. Pero era el sino de aquellos desafortunados que se cruzan con los temibles guerreros capitaneados por Xio. La contienda produjo muchas bajas en los dos bandos, pero los gloriosos guerreros de Chabarowsk habían demostrado con creces su valía y los que cayeron estaban ya, disfrutando de su merecido Valhalla.

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